La ciudad se vistió de gala para celebrar la conquista de la 36ª Liga del Real Madrid. La Plaza de Cibeles, iluminada por las luces y los cánticos de miles de aficionados, fue el escenario perfecto para un homenaje digno de los dioses.

Mientras la fuente de Cibeles se bañaba en un mar de banderas blancas, el capitán **Nacho Fernández** se acercó a la diosa con una sonrisa que reflejaba el orgullo de todo un club. Con delicadeza, colocó sobre sus hombros la bufanda del Real Madrid, un símbolo de victoria y hermandad. La bandera ondeaba al viento, como si la propia diosa la agitara en señal de aprobación.

Los jugadores, uno a uno, se unieron al capitán, compartiendo el momento con la afición que los ha apoyado incondicionalmente. Las risas, los abrazos y las selfies con Cibeles de fondo se convirtieron en el recuerdo imborrable de una temporada de ensueño.

El entrenador **Carlo Ancelotti**, con su característica calma, observaba la escena, sabiendo que este equipo había escrito una nueva página gloriosa en la historia del club. Y mientras la noche avanzaba, los cánticos de «Campeones, campeones, ¡oe, oe, oe!» resonaban en cada rincón de la plaza.
La celebración fue un reflejo del espíritu madridista: pasión, alegría y una ambición que nunca se apaga. La Diosa Cibeles, testigo de tantas victorias, volvía a ser el centro de un ritual que ya es leyenda.

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